Mi profesión de Licenciada en Trabajo Social, me abrió las puertas a la docencia.
Mi Confrontación con la docencia se remonta en el año 1985, en Educación Inicial, en labores de Supervisión, posteriormente en actividades administrativas en la Coordinación DGETI de Durango, en el área de Vinculación con el Sector Productivo, realizando diversas actividades en los planteles como gestionar convenios, preparación de concursos académicos, visitas a empresas y otras actividades, razón por la cual pedí mi cambio a un plantel y fue el CBTis No. 130, de Durango, Dgo., donde inicié mi labor como docente, con tres grupos, además de atender la Oficina de Orientación Educativa.
Un gran reto, sin embargo con el perfil de mi profesión, el Orientador Educativo, enfrenta una labor humanista de gran complejidad, que implica la comprensión y el manejo científico y objetivo de la conducta. Me ayudó bastante a entender a mis alumnos que atraviesan una etapa difícil, nada mas y nada menos que la “adolescencia”, y el atender a la comunidad educativa, padres de familia, maestros y alumnos, me facilitó mi labor como docente, a pesar de carecer de una formación pedagógica inicial, siendo mi mayor debilidad, pero el estar en constante capacitación, a través de cursos, diplomados, reuniones de academia y el formar parte de esta especialidad es una muestra de mi empeño en capacitarme para fortalecer mis debilidades.
Con el tiempo dejé la oficina y dediqué mi tiempo completo a mi labor docente, donde practico mis dos profesiones, sin dejar de apoyar a la comunidad educativa que requiera de mis servicios como Trabajador Social.
Me siento muy feliz con esta noble labor como docente, que mis alumnos me busquen, valoren las clases y me pidan como su maestra para próximos semestres, me llena de satisfacción, y me exige actualizarme, realizar actividades de planeación, evaluaciones objetivas y constructivistas, para no defraudar a mis alumnos.
El ser docente del nivel Medio Superior ha significado una gran experiencia, ya que no cualquier persona de otra profesión tiene el privilegio de interactuar con más de 200 alumnos en un día, jóvenes con diferentes puntos de vista, problemas, maneras de pensar, etc., y el tener la oportunidad de atenderlos es un privilegio, aunque en algunas ocasiones algo cansado tanto física como mentalmente, por los grupos tan numerosos (57 alumnos por grupo) y salones con infraestructura inadecuada para realizar la práctica docente, pero aun con algunos obstáculos pequeños, salimos adelante.
La falta de interés y compromiso por parte de algunos de mis compañeros que imparten asignaturas o submódulos con mis grupos, en algunas ocasiones, me frustra y me pone triste. La poca sensibilidad para atenderlos y aplicar la Reforma Curricular, y el proyecto de la Reforma Integral, con el enfoque basado en Competencias.
Confío que poco a poco afrontemos todos juntos esta noble labor que beneficia directamente a lo más valioso, nuestros alumnos.
Mi Confrontación con la docencia se remonta en el año 1985, en Educación Inicial, en labores de Supervisión, posteriormente en actividades administrativas en la Coordinación DGETI de Durango, en el área de Vinculación con el Sector Productivo, realizando diversas actividades en los planteles como gestionar convenios, preparación de concursos académicos, visitas a empresas y otras actividades, razón por la cual pedí mi cambio a un plantel y fue el CBTis No. 130, de Durango, Dgo., donde inicié mi labor como docente, con tres grupos, además de atender la Oficina de Orientación Educativa.
Un gran reto, sin embargo con el perfil de mi profesión, el Orientador Educativo, enfrenta una labor humanista de gran complejidad, que implica la comprensión y el manejo científico y objetivo de la conducta. Me ayudó bastante a entender a mis alumnos que atraviesan una etapa difícil, nada mas y nada menos que la “adolescencia”, y el atender a la comunidad educativa, padres de familia, maestros y alumnos, me facilitó mi labor como docente, a pesar de carecer de una formación pedagógica inicial, siendo mi mayor debilidad, pero el estar en constante capacitación, a través de cursos, diplomados, reuniones de academia y el formar parte de esta especialidad es una muestra de mi empeño en capacitarme para fortalecer mis debilidades.
Con el tiempo dejé la oficina y dediqué mi tiempo completo a mi labor docente, donde practico mis dos profesiones, sin dejar de apoyar a la comunidad educativa que requiera de mis servicios como Trabajador Social.
Me siento muy feliz con esta noble labor como docente, que mis alumnos me busquen, valoren las clases y me pidan como su maestra para próximos semestres, me llena de satisfacción, y me exige actualizarme, realizar actividades de planeación, evaluaciones objetivas y constructivistas, para no defraudar a mis alumnos.
El ser docente del nivel Medio Superior ha significado una gran experiencia, ya que no cualquier persona de otra profesión tiene el privilegio de interactuar con más de 200 alumnos en un día, jóvenes con diferentes puntos de vista, problemas, maneras de pensar, etc., y el tener la oportunidad de atenderlos es un privilegio, aunque en algunas ocasiones algo cansado tanto física como mentalmente, por los grupos tan numerosos (57 alumnos por grupo) y salones con infraestructura inadecuada para realizar la práctica docente, pero aun con algunos obstáculos pequeños, salimos adelante.
La falta de interés y compromiso por parte de algunos de mis compañeros que imparten asignaturas o submódulos con mis grupos, en algunas ocasiones, me frustra y me pone triste. La poca sensibilidad para atenderlos y aplicar la Reforma Curricular, y el proyecto de la Reforma Integral, con el enfoque basado en Competencias.
Confío que poco a poco afrontemos todos juntos esta noble labor que beneficia directamente a lo más valioso, nuestros alumnos.